música y literatura


"… La música había invadido el trasatlántico parado, el mar, la niña, tanto al chico vivo que tocaba el piano como al que se mantenía con los ojos cerrados, inmóvil, suspendido en las aguas pesadas de las zonas profundas del mar. Ella había llorado porque había pensado en ese hombre de Cholen, su amante…y de repente no estaba segura de no haberlo amado, como un amor que no había visto porque se había perdido en la historia como el agua en la arena, y lo estaba descubriendo ahora, en este momento de música lanzada por encima del mar…Años después de la guerra, después de las bodas, de los hijos, de los divorcios, de los libros, llegó a París con su mujer. Él le telefoneó: Soy yo. Ella le reconoció por la voz. El dijo: sólo quería oír tu voz. Ella dijo: soy yo, buenos días. Estaba intimidado, tenía miedo, como antes. Su voz, de repente, temblaba. Y con el temblor, de repente, ella reconoció el acento de China. Sabía que había empezado a escribir libros. Lo supo por la madre a quien volvió a ver en Saigón. Y después se lo dijo. Le dijo que era como antes, que todavía la amaba, que nunca podría dejar de amarla, que la amaría hasta la muerte.”
Escena final de El amante de Margarite Duras, cuando la joven la sorprende en la cubierta del barco el vals de Frédéric Chopin Op. 69, No.2 y rompe en llanto desconsoladamente consciente de todo lo que ha vivido.

(Video extracto del film homónimo de Jean Jacques Annaud Sobre la novela, 1991).


"La memoria es algo extraño. Mientras estuve allí, apenas presté atención al paisaje. No me pareció que tuviese nada de particular y jamás hubiera sospechado que, dieciocho años después, me acordaría de él hasta en sus mínimos detalles. A decir verdad, en aquella época, a mí me importaba muy poco el paisaje. Pensaba en mí, pensaba en ella y en mí, y luego volvía a pensar en mí. Estaba en una edad en la que, mirara lo que mirase, sintiera lo que sintiese, pensara lo que pensase, al final, como un bumerán, todo volvía al mismo punto de partida: yo. Además, estaba enamorado, y aquel amor me había conducido a una situación extremadamente complicada. No, no estaba en situación de admirar el paisaje que me rodeaba."
de Tokio blues(Norwegian wood). 


“Y esa noche escuchó el disco y creo que lloró por muchas cosas…
Lloró sin saber demasiado porqué lloraba, que oscuro llamado lo requería
desde esa balada que ahora, ahora sí, cobraba todo su sentido…”
(...)
“Pero la música es una tierra de nadie donde poco importa que Turandot sea frígida
o Siegfried ario puro, los complejos y los mitos se resuelven en melodía
y que, solo cuenta una voz murmurando las palabras de la tribu,
la recurrencia de lo que somos, de lo que vamos a ser....”
 de Un tal Lucas, JULIO CORTÁZAR. 





Graciela Schrocci
Taller de motivación literaria (individual)


Monólogo interior

Me sorprendió su ataque rayano en la locura. Me falló la reacción estimulo-respuesta habitual. ¿Qué me pasó? Colgué el teléfono y camine rápido preocupada. Entro y salgo de las habitaciones. ¿Busco respuestas que voy a encontrar? Nooo, ya lo sé, insisto, busco en mi mente otra y otra respuesta pero nada me conforma. Muevo las manos como quien reza un Rosario. Entro y salgo. Entro y salgo. Salgo y prendo la luz. Es de día. No, no la necesito, vuelvo y la apago. Voy hacia el living. Veo un cuerpo en el espejo ¿Quién es? Le pregunto: ¿Quien sos? ¿Por qué viniste sin avisar? Sabés que si no me avisan no abro la puerta. ¿Cómo entraste? ¡Bueh! Entraste, ya estás aquí, te voy a decir lo que pienso. Tengo ganas de pelearte. No te pongas frente a mí porque te noqueo en este instante. ¡Pum! Ya me está doliendo la mano por el golpe que te di. ¿Y? ¿Seguís inmóvil frente al espejo? ¡Si, miráte, si, miráte los pelos! ¡Por Dios! Si, si tengo que quemar esta sobrecarga de ira estúpida que me pone los pelos de punta y me quema las entrañas. ¿Ahora me duele el estomago? ¡Aj! ¿Cómo me duele? Espero que suene el teléfono. Me acerco, le pregunto: ¿Cuando será el día que te decidas a funcionar? Lo tomo entre mis manos para ver si está conectado, luz tiene. Me lo acerco al oído. Escucho un sonido continuo. Lo pongo en la base. Recuerdo que solo él me calma en estos momentos. Lo busco. Lo sé, está primero para accesarlo rápido. Lo tomo sin mirar y salgo raudamente hasta la cocina. Apago la radio que habla como loca. Estoy concentrada en esto que tengo entre mis manos. Levanto la tapa y la cierro. La levanto y la cierro. Levanto la tapa, lo introduzco y la vuelvo a cerrar. Me quedo parada al lado como esperando algo. Lo siento girar. Me miro las uñas, me acerco al espejo, miro mis pelos, los acomodo, están como nido de caranchos. ¡Ay!, ¡Estoy ansiosa! pa,pa,pa,pa,pa,pa,pa, este pie que no se queda quieto. ¡Me pongo más ansiosa! ¡Que comience, si que comience ya! Mientras tanto me descalzo, aflojo tooooda la ropa que llevo puesta. Si, ya suena... Ahí está, si... es... Él... ¡Elvis! ¡FUERTE! Vamos, todo, todo Elvis. ¡Vamos con !El rock de la cárcel! ¡Fuerte! ¡Voy del living a los dormitorios al ritmo del rock! Prendo las luces, paso por la cocina, Rock ahhhh! fuerte, fuerte! ¡Canto, grito! El cuerpo me vibra al compás. ¡Quiero más, más y más! ¡Ya!, una mas… ¡La merd*! Esta es lenta… ha, ha... ah. Tomo agua. Llega la otra. Ay esa, esa, si esa. Game over. Ni cuenta me dí. No da para otra vuelta. Estoy exhausta. Por suerte ya descargué la negatividad. ¿Lo vuelvo a poner? Bajo el volumen…camino sin fuerzas, transpirada, mojada, me duelen los brazos y tengo los pelos revueltos. ¡Oh yeah! Muevo el cuerpo mucho más para ir dejándome llevar y escuchar Lavig you...laving you... Escucho una canción más. Si, la última. Es difícil dejarlo. ¡A bañarme!


Bajo la ducha el agua tibia me pega en la cara, se mezcla con las lágrimas que suavemente se deslizan por mis mejillas. Siento estar en la playa. Ahora es otro tiempo, otra historia bajo la ducha.



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